domingo, 7 de febrero de 2010

La cara el espejo del alma


Las llaves se resbalaron y cayeron de mis manos, supongo que era el cansancio, pero como en el pasado estas volvieron a encajar en la cerradura. Ya en el recibidor dejé las maletas y el pasaporte encima de la mesa. Todas las persianas estaban bajadas, solo unos rayos de sol las atravesaban y dejaban al descubierto una fina capa de polvo encima de los muebles. La verdad es que no tenía ganas de pasearme por toda la casa para pasar revisión. Solo quería ir al baño y acostarme en mi cama.

Abrí la puerta del baño y lo que vi me dejó de piedra. ¿Quién era ese que me devolvía la mirada? ¿Era yo esa persona que se reflejaba en el espejo? Solo 81 días atrás ese rostro estaba lleno de ilusión y alegría. Aun recuerdo cuando el Sr. Smith me dio la noticia en su despacho. Documentar todos los sucesos que tenían lugar en Esfahan como corresponsal parecía emocionante.

Pero cuando mi avión aterrizó y salí del aeropuerto pude ver en primera persona lo que era la guerra. Edificios destruidos por las bombas, balas que volaban en todas las direcciones, cadáveres apilados en las esquinas de las calles… pero eso me temo que era el principio. Solo mi cámara fue capaz de explicar las cosas horribles que pasaron allí.

Y 80 días después, es normal que ya no vea con los mismos ojos la vida.




Los sucesos allí fotografiados quedaran en la memoria de todos aquellos que lean mi reportaje.