¿Queréis saber el motivo de mi repentina dimisión? Igualmente lo iba a contar. Desde los 4 años mi vida ha dado vueltas a la música. Empecé a tocar el piano desde que tengo uso de razón, a eso le siguió las semanas de duro trabajo en el conservatorio. Tanto mi madre como mi padre no tardaron en darse cuenta del talento que tenia. Por eso debo dar gracias por su apoyo durante toda mi vida. Con el paso del tiempo mi interés se fue inclinando por la composición e interpretación de mis obras. Aun me recuerdo mis actuaciones en el gimnasio del colegio donde todos me aplaudían. A esta le siguieron otras en otros colegios, cafeterías e incluso en una bolera. En aquellos tiempos no podía ser más feliz, tenía una familia que me quería, unos amigos que me apoyaban y unos admiradores que me daban confianza en mi mismo. ¿Creéis que algo tan bonito puede durar una vida entera? Debo daros la razón si pensáis lo contrario.
Supongo que me sentencié aquella tarde de Agosto cuando os firmé aquel contrato que me llevaría a lo más alto, o a más bien, a mi perdición. Después de aquella tarde nada fue igual. Era mundialmente conocido, como todo gran músico desea. El 1 de septiembre actué en un palacio de conciertos. Era imposible contar cuanta gente asistió, y solo para verme a mí. Al acabar aquella noche hubo una palabra que desapareció de mi vocabulario: intimidad.
Después de un año y tantos éxitos nada fue como al principio. Mi familia ya no reconocía quien era, a mis amigos ya no los veía, a mis admiradores ya no les gustaba por lo que hacia, sino solo por ser una cara bonita, y en cuanto a mi letras ¿Qué decir? Que las echaba de menos, yo las escribía y la discográfica las cambiaba enteras.
¿Qué si me podéis hacer algo para que me quede? Claro que si. Ahora me gustaría ser invisible para poder cantar como lo hacía antes, sin que nadie se fijara en mí, solo que escuchara lo que yo componía. Solo quiero que me devolváis mi intimidad y aquel sueño que me quitasteis cuando firme vuestro contrato.
Visto que eso no me lo podéis dar:
Yo Philip J. Fry presento mi decisión irrevocable de renunciar a mi trabajo a sabiendas que incumplo todas las condiciones del contrato, pero también me doy cuenta que no soy el único que no he seguido el contrato al pie de letra.
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